martes, 20 de marzo de 2007







En busca de más referentes, nos encontramos en el museo judío en Berlín, donde el artista busca generar cambios en el ambiente y así mismo afectar al espectador.

Hay que hacer una gran fila para entrar con autorización por una puerta grande y muy pesada, que de lo mismo pesada hace un sonido característico, al entrar se encuentra uno en una habitación de techo aproximadamente de unos tres pisos de alto, muy oscuro y demasiado frió, cuyas paredes están a duras penas pañetadas careciendo de colores.

Una vez dentro cierran piden absoluto silencio y sierran esta monstruosa puerta haciendo por su puesto su sonido dramático, para finalmente después de estar un tiempo en completa oscuridad, sale de una de sus esquinas una luz, la cual ilumina tan solo uno de los vértices de la construcción.

Es inevitable ver y quedar hipnotizado por la única fuente de luz, mirando hacia arriba y todo en grupo sintiendo un frió penetrante y un silencio aterrador.

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